Por donde se le mire, el romanticismo siempre se encuentra a flor de piel; aclama amor y libertad, mezcla tristezas con alegrías y apela a la creación de conocimientos externos y sensaciones internas para poetizar, con sentimientos, una imagen diferente del mundo.
La
poesía no nace en Inglaterra en el siglo pasado; tampoco nace con Mario
Benedetti, Hermann Hesse, Pablo Neruda o
Raúl Gómez. Ésta toma vida cuando una sonrisa cimba un corazón. Nace luego de
que una palabra o un acto inesperado hace vibrar emociones y revivir las
pasiones.
Así
emerge el romanticismo, que contado desde sutiles párrafos, forman lo que hoy
llaman el corazón de la literatura; y es a través de congresos, foros y
encuentros, donde renacen recitales inspirados
por los grandes del oficio.
Este
fue el caso del encuentro internacional “Mujeres poetas, país de las nubes en
el camino del café”, quienes declamaron sus poemas en algunos lugares de
Colombia del 1 al 7 de septiembre del presente año.
“La
universidad del Quindío fue una de las pocas academias donde se desarrolló este
mágico recital. Las artes son una especie de costura; debemos saber que no
solamente Fernando Botero, Omar Rayo y Débora Arango son nuestros pintores más
representativos, sino saber en términos básicos todo lo que compete sobre cultura general, que en realidad es
bellísima”, afirmó Álvaro Cano, director del programa de Español y Literatura.
Este
evento de gran trascendencia nacional, que tuvo lugar el pasado viernes en las instalaciones del auditorio Euclides
Jaramillo Arango, contó con la presencia de escritoras provenientes de
Argentina, Chile y México; por su parte, la cuota colombiana fue puesta por una santandereana y una
calarqueña.
“Me
llevo una gran impresión de todas las personas; aquí viví experiencias maravillosas
dignas de recordar y guardar en mi corazón. Personalmente admiro la cultura y
la idiosincrasia colombiana”, dijo María Rosa Rzzepka, poeta argentina.
De
esta forma la noche fue la cómplice ideal. Los versos convertidos en
poesía invitaron a soñar y a recordar un ayer, quizá tan remoto, que
milenios pudo ser.
María
Fernanda Ramírez Tejada
Agencia
Q
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