Por
más de un siglo, Colombia se ha visto afectada por las constantes guerras que
han marcado la historia causando la dilatación esquiva de la paz. Un mundo
sumido en el miedo, la intranquilidad y la indiferencia estatal son las secuelas
que han dejado los actos delictivos como el robo, homicidio, violación y tenencia de armas.

Buscar
generar procesos de mediación en el país que se ajusten a la trasformación de
la realidad y promover la no violencia desde principios y valores, defendiendo
los derechos humanos, es el objetivo que Restrepo se traza para formar un mundo
solidario y no violento.
Por
más de una década Restrepo hizo parte de la guerra en la capital
antioqueña, pero con el transcurso de
los años la vida misma le ha permitido tomar conciencia y así hablar desde su
experiencia a los jóvenes uniquindianos.
“Yo
participé de la guerra en Medellín, creía que la vida no valía nada. Hubo un
momento en el que perdí el sentido de la vida y empecé a verla de manera
intensa, pero una experiencia muy cercana a la muerte hizo que abriera los ojos
y empezara a ver el mundo desde distintos panoramas”.

Restrepo,
junto a Rubén Darío Pardo, docente del programa de Trabajo Social, fueron los
impulsores de experiencias mediante charlas en las asignaturas de Problemas
colombianos, Noviolencia y resolución de conflictos.
“Luego de vivir unos días en esta ciudad me
voy contento, porque la acogida que me dieron aquí fue única, la calma y el
respeto de los habitantes hace que se respire un potencial humano de calidad”,
añadió.
La
no violencia como estilo de vida es entonces la mejor alternativa para cambiar
el mundo, por eso la mejor guerra es la espiritual; la guerra constante por
creer, crecer y poder aportarle a la sociedad.
María
Fernanda Ramírez Tejada
Agencia
Q
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