Cuando una persona es agredida física o
psicológicamente de manera repentina y abrupta, afectando su integridad sexual,
es víctima de asalto sexual. Su manejo en las salas de urgencia fue el motivo
por el que estudiantes, docentes y administrativos del programa de Medicina de
la Universidad del Quindío se congregaron en el auditorio Euclides Jaramillo
Arango, en el CPC del viernes 23 de agosto.
Los besos, chupados, caricias, frotes y mordeduras
humanas son algunas de las formas en que alguien puede ser asaltado sexualmente.
Los dictámenes de este tipo generalmente se dan en menores de edad y deben ser
remitidos a psicología forense para definir la existencia o no del delito.
Ante un posible evento de asalto sexual, el
profesional de turno debe atenderlo desde el punto de vista médico, resolver
los problemas en la integridad física del paciente, pero también hacer el
análisis de la vulneración sexual, es decir, examinar si hay lesiones
evidentes, alteración psicológica, tomar las muestras necesarias en el examen
ginecológico, con el fin de verificar la presencia de lesiones a ese nivel.
Por otra parte, el médico responsable del caso está en
la obligación de reportarlo ante la policía judicial; contribuir a la justicia,
la salud y la protección son tres pilares fundamentales de la valoración
integral.
“Los casos de asalto sexual en los servicios de
urgencia no son tan frecuentes, no tengo el dato estadístico exacto, pero lo
que sí hemos observado es que con el tiempo se han ido incrementando”, indico
Henry Carlos Herrera, médico cirujano especialista en medicina forense y encargado
de dirigir la charla.
Si usted o algún conocido llegara a ser víctima de
asalto sexual, no dude en acercarse inmediatamente al servicio de urgencia del
centro de salud más cercano para recibir asistencia médica oportuna y poner en
aviso a las autoridades competentes.
Laura Guarín
Agencia Q
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