Un
sueño: mejorar la conectividad del centro de Colombia con Buenaventura, el
principal puerto del Pacífico.
Desde
1930 este anhelo quiso tomar vuelo y con el mega proyecto túnel de la Línea y
doble calzada Calarcá–Cajamarca empezó a materializarse. Ya van 9 años de
construcción y lo que en su momento fue el reflejo de progreso y estabilidad
económica, poco a poco se ha convertido en una carga.
Una
mega obra demanda mega consecuencias, pero el impacto ambiental producido por
las obras del túnel sobrepasó los límites de la paciencia de los habitantes del
Quindío que se niegan a soportar más daños ecológicos.
La
construcción del túnel piloto inició el 30 de septiembre de 2004, pero fue el
miércoles 27 de abril del 2005 que se dio la primera explosión en el Quindío,
dándole rayos de luz a la obra. Conlínea trabajó 44 meses para unir las
excavaciones de ambos lados (Quindío y Tolima).
El 2
de agosto de 2008 se removió la última piedra de un proyecto que se realizó con
el objetivo proveer información de valores geotécnicos, geológicos e
hidrogeológicos, para así ahorrar costos y optimizar las obras del túnel
principal. También se buscó lograr un predrenaje del macizo rocoso.
Los
permisos de vertimientos y las licencias ambientales de la obra estuvieron al
día, pero la comunidad calarqueña empezó a notar contaminación en su ambiente
mientras los entes de control guardaban silencio.
En
el 2009 el Consorcio Unión Temporal Segundo Centenario tomó las riendas del
proyecto ‘Cruce de la cordillera central: túneles del II centenario - túnel de
la línea y segunda calzada Calarcá – Cajamarca’.
Las
excavaciones comenzaron en septiembre del mismo año con un contrato aprobado
por 629.052´989.746 millones para estudios y diseños, gestión social, predial y
ambiental, construcción y operación del proyecto.
Nuevamente
las licencias ambientales estaban en regla, según la Autoridad Nacional de
Licencias Ambientales (ANLA) y el Ministerio de Ambiente. También los permisos
de vertimientos, de ocupación de causes y de aprovechamiento forestal aprobados
por la Corporación Autónoma Regional del Quindío (CRQ).
Permisos
al día, pero continuaron las denuncias por contaminación del medio ambiente. El
25 de noviembre de 2010 el consorcio recibió la primera suspensión por parte de
la CRQ mediante las resoluciones 1673 y 1685.
A
mediados del 2012 fue nuevamente suspendido (resoluciones 238 y 239) por la
Corporación. A finales del mismo año las
obras fueron frenadas por concepto de ANLA.
El
problema del consorcio no fue exclusivamente las trabas en las excavaciones,
sino la caída de su imagen. De salvadores de la economía pasó a ser tratado
como un visitante no grato por destruir una naturaleza envidiable.
Del
cielo al purgatorio
El
mega proyecto se estaba convirtiendo en un infierno para muchos. Los campesinos
de la zona empezaron a ver sus terrenos desabastecidos de agua. “¿Qué es una
finca sin agua?”, reflexionó un campesino al que no le alcanza la memoria para
recordar los años que lleva en el campo.
“La
CRQ da los permisos y son los encargados de hacerle todo el control y
seguimientos a que se esté cumpliendo todos los planes de manejo”, afirmó Mauricio
Ocampo, comunicador social vinculado al área de comunicaciones de la CRQ.
La
defensora del pueblo, Piedad Correal Rubiano, ha estado al frente de los
procesos que buscan amparar a los campesinos de la zona que se han visto
afectados.
Calarcá
es la ciudad más afectada. “Como empresa somos beneficiados por contar con 4
fuentes de abastecimiento”, dice Luz Marina Arbeláez, jefe de planeación y
desarrollo de multipropósito de Calarcá (EMCA), aunque este beneficio se vio
decaído cuando tuvo que abstenerse de captar agua de la quebrada el Salado, en
febrero de 2005, debido a daños ocasionados por las obras del mega proyecto.
Más
oscuro se puso el horizonte cuando también se tuvo que omitir la captación de
la quebrada San Rafael por contaminación, producto de los vertimientos mal
tratados en la obra. “Mal manejo de aguas lluvias o mal manejo de sus residuos
industriales, movimientos de tierra, son los que han afectado el agua”, dijo
Arbeláez.
EMCA
buscó apoyo en la CRQ. El mega proyecto se convertía en un gigante inconsciente
y devastador del paisaje natural.
“El
túnel de la Línea es un mega proyecto y no se puede ir en contra porque aporta
al crecimiento no solo regional sino nacional. No podemos ser ajenos a esta
construcción, lo que se pide es que se realice con responsabilidad ambiental”,
concluyó Arbeláez.
Para
algunos expertos las contrataciones no son las correctas. “Hay obras que
demandan profesionales preparados, no empíricos necesitados de trabajo, pero el
consorcio ha tomado la decisión de omitir lo ideal y trabajar con lo que le
demande menores costos y que aparentemente le brinde una imagen social
positiva”, afirmó un experto que pidió guardar su identidad por cuestiones
laborales.
Siendo
una obra de alto riesgo su personal debe estar preparado para hacerle frente a
cualquier imprevisto, pero la obra ya cuenta con dos muertos y varios heridos.
El
obrero Jhon Jairo Marín Vanegas, de 25 años de edad, falleció el 24 de agosto
de 2011 por un derrumbe. E técnico electricista Andrés de Jesús Mira Velásquez,
de 37 años de edad, murió el 5 de marzo de 2012, producto de un trágico
accidente en el lugar de las obras. El técnico viajaba en una grúa y se cayó;
el automotor le pasó por encima. Sobre ambas muertes no hay mucha claridad.
Una
mirada más amable
Mauricio
Benavides, ingeniero forestal de la Unión Temporal Segundo Centenario, muestra
otra cara de la obra. Sus informes dejan claro el buen manejo forestal; ya son
1.145 hectáreas sembradas por compensación.
La
demanda del ANLA a la organización es una compensación de 460,65 hectáreas por
la realización de la obra, el equivalente a 580.000 árboles. La dificultad se
hace notoria cuando se percatan que en Quindío y Tolima es muy difícil
conseguir áreas reforestables.
La
CRQ aprobó 32 permisos de aprovechamiento forestal, siempre y cuando exista una
compensación de diez árboles sembrados por cada árbol talado. Surge la
contradicción cuando Mauricio Ocampo, integrante del grupo de comunicaciones de
la CRQ, afirma que la compensación es solo 2x1. La regla de compensación es una
incógnita.
Lo
que sí está claro es la que la CRQ autorizó la tala de 9.000 árboles para la
realización de la obra, de los cuales el consorcio ha talado 3.900 y sembrado
43.800 para compensar, el equivalente a 40 hectáreas, pagando así la cláusula
de compensación.
Por
su parte, Cortolima es más flexible en la compensación al exigir la siembra de
tres a cinco árboles por cada ejemplar talado, teniendo en cuenta la falta de
terrenos para reforestación en el Tolima.
El
consorcio Unión Temporal Segundo Centenario, por voluntad propia y con miras en
mitigar su impacto ambiental, decidió incluir en su compensación forestal 40
especies nativas de bosque protector, cuando la licencia habla de 15 a 20
especies.
Según
directivos del consorcio, el proceso no termina en la siembra de estas
especies, sino que se hace un acompañamiento por tres años, garantizando así el
éxito de la compensación. De ser así, la organización va un paso más adelante,
ya que el ANLA exige solo seis meses de acompañamiento. CRQ y Cortolima piden
dos años, con visitas y revisiones cada tres meses.
Además,
la Unión Temporal alega que su propósito es rescatar 1.000 especies vedadas,
entre ellas: Palma de cera, cedros y robles.
A
pesar de los logros, el consorcio recibe críticas constantes por el impacto en
las fuentes hídricas.
La
Alcaldía de Calarcá, en su momento encabezada por Juan Carlos Giraldo Romero,
estuvo pendiente de los problemas ambientales y, en conjunto con la CRQ,
gestionó grandes proyectos de reforestación que no estaban contemplados en los
planes de compensación, entre ellos en las áreas de Navarco y Santo Domingo,
aprobados por un monto aproximado de 4.000 millones de pesos.
“El propósito central es mitigar el daño
ambiental de la obra en los cinco afluentes del acueducto de Calarcá”, afirmó
Giraldo Romero, quien dijo que también ha gestionado el apoyo de la Gobernación
del Quindío, EMCA y la Defensoría del Pueblo. Los adelantos son socializados en
boletines de prensa, página web oficial, la emisora de interés público Ecos del
cacique y espacios televisivos.
Además,
se interpuso una acción popular que pretende defender el derecho fundamental al
agua que tienen los calarqueños. Aunque el juez falló a su favor, la Unión
Temporal Segundo Centenario apeló la sentencia argumentando que la quebrada la
Gata, afluente del Salado, principal afectada, no poseía un caudal considerable
cuando se iniciaron las obras, pero que al final de la obra se le aportarán
cerca de 140 litros de agua limpia al día, producto de los filtros laterales,
tipo francés, planeados en el túnel.
La
raíz del problema
Los
daños generados son innegables, así como el proceso de reforestación. La Unión
Temporal Segundo Centenario aún duda si las acusaciones interpuestas ante ellos
son fundamentadas en fines sociales y ambientales, o son pinceladas de tinte
político y económico.
Juan
David Gómez, residente ambiental y encargado de gestión ambiental de la Unión
Temporal Segundo Centenario, afirma que la sanción que se les hizo en 2012 fue
injustificada, puesto que solo meses atrás la misma entidad (CRQ) les había
otorgado de nuevo el permiso de vertimientos que tiene una validez por cinco
años.
“Sus
peticiones son algo absurdas, puesto que una de ellas solicita reducir la
cantidad de agua vertida por segundo a menos de 100 litros, cuando la obra
demanda 140 a 160 litros por segundo y es una situación incontrolable”.
Gómez
agrega que las entidades de control y los medios de comunicación olvidan
clarificar que solo el 20% es lo que se está vertiendo de la obra en la
quebrada, al mismo tiempo que la remoción de los desechos está en un 97%,
gracias a los tres tanques que tienen en funcionamiento y a la bomba de lodos
que permite realizar mantenimiento a los tanques sin sacarlos de funcionamiento.
“Además
la infraestructura que posee Multipropósito de Calarcá no es la adecuada para
el manejo de aguas turbias, ya que tiene 30 años sin renovación”.
Raúl
Castro, trabajador de la Unión Temporal,
afirma que la empresa cumple con las mitigaciones exigidas y capacitaciones a
las comunidades aledañas, “puesto que la
principal preocupación de la empresa es la integridad humana, no solo de sus
trabajadores sino también de las personas que puedan verse afectadas”.
Por
otra parte está la generación de 437 empleos directos en el proyecto,
principalmente cubiertos por quindianos. El impacto laboral en el Tolima no es
el deseado, pero esto se debe a la poca participación en las convocatorias.
Personal
quindiano: 241 trabajadores
Personal
foráneo: 131 trabajadores
Personal del Tolima: 65 trabajadores
Personal del Tolima: 65 trabajadores
Se
ve luz al final del túnel
La
Unión Temporal Segundo Centenario afirma que solo le faltan 1.100 metros
para terminar el túnel, pero su preocupación apunta a las constantes
sanciones que impiden avanzar.
Agregan
los directivos que si las entidades permiten el curso normal de las obras, más
pronto que tarde la compensación a los daños ecológicos se harán notables, “ya
que ha quedado demostrado con la última sanción que el daño a los afluentes
hídricos es reversible a corto plazo”.
Se
espera que la obra sea entregada entre 2013 y 2014. Ese día se podrá hacer el
balance final de un túnel que tuvo que luchar con algo más que piedra y
cordillera.
Yveen
Morales
Agencia
Q
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