La historia de la discoteca La Habana va más allá de los 15 años que muchos le atribuyen. Su nacimiento se remonta tres décadas atrás cuando El Búho abrió sus puertas en el mismo sitio.
Por muchos años, las paredes de aquel lugar temblaron por el fuerte sonido de la música y se convirtieron en el refugio favorito de varias generaciones de uniquindianos, protagonistas de miles de rumbas acompañadas de risas, amigos y un par de cervezas.
Para quienes llevan en su memoria a La Habana, los recuerdos son muchos. Diversos momentos entre amigos, colegas y conocidos que hoy son razones para brindar.
El “cucarachero”, el “hueco” o el “cuchitril”, fueron algunos de los
nombres que se escuchaban por los pasillos de la “U” al referirse a este
anciano y conocido lugar. Cada uno de estos apodos se le atribuía, según
algunos estudiantes, por la poca estética de la decoración y la revelación
palpable en cada uno de sus rincones del trajín rumbero.
Para muchos el lugar no era agradable, pero
algunos admiten que “durante mi paso por la Universidad alguna excusa siempre
me llevó allá”, dijo Juan Sebastián Saavedra, estudiante uniquindiano.
El propietario de La Habana, don 'Richi' o
simplemente 'Richi', era conocido por su particular problema auditivo. Su
vestimenta también era algo particular. Su pelo siempre se movía al son de la
música; tal vez un mosaico algo arrítmico es la mejor definición para su look.
La atención al cliente no era lo suyo, pero con un “buenas” saludaba a quien ocupara una silla de su establecimiento. “Sorbetes, cerveza, y gaseosa, que quiere que le traiga”, pronunciaba mientras que con sus dos manos trataba de ajustar sus pantalones, algo viejos para mi gusto.
La atención al cliente no era lo suyo, pero con un “buenas” saludaba a quien ocupara una silla de su establecimiento. “Sorbetes, cerveza, y gaseosa, que quiere que le traiga”, pronunciaba mientras que con sus dos manos trataba de ajustar sus pantalones, algo viejos para mi gusto.
No obstante, La Habana ya no existe. O mejor,
no para don 'Richi', porque según Jorge Hernán Bermúdez, “un mal manejo o mala
administración lo llevó a la quiebra”.
Hoy el dueño de la parada es Bermúdez, un
joven emprendedor que con esfuerzo y empeño tomó las riendas del lugar para que
“los estudiantes puedan encontrar en el nuevo restaurante – bar, un sitio
agradable y bacano”.
´Bermu´, como es conocido por sus amigos,
llegó para revolucionar con La Nueva Habana, la que desde este viernes 12 de
abril empieza su lucha por convertirse en el lugar favorito de los
uniquindianos, porque “la rumba aquí estará dedicada a los estudiantes”.
Comodidad, variedad de música, calidad,
atención y frescura serán algunos de los plus
que este renovado lugar ofrecerá. Con su variedad de menú y precios favorables,
tratará de conquistar el paladar de la comunidad universitaria.
La rumba por su parte llegará para pisar duro
y con una variada colección crossover pondrá a “azotar baldosa” a más de uno.
La decoración del lugar está pensada para no
pasar desapercibida. Peculiares cuadros adornarán cada pared haciendo alusión a
algunos de los programas pertenecientes a la Universidad del Quindío.
Colombia, Venezuela, Brasil, Uruguay y
Paraguay son algunos de los países que estarán presentes en cada rumba, pues el
diseño del techo está inspirado en una idea estadounidense, “que te permitirá
sentirte en cualquier lugar del mundo mientras bailas, porque el techo será la
imagen del sitio con las banderas de estos países”, añadió Bermúdez.
“La apertura será una cosa de locos, se van a
realizar rifas, obsequios sorpresa, la rumba va a tener impulsadores de licor y
todo esto llevará el sello de La Nueva Habana”, agregó ‘Bermu’.
De La Habana solo quedan recuerdos,
porque ni el concepto de su estructura quedó para contar. Pero queda la certeza que allí habitan buenos momentos, como también habitó
´Richi´, un personaje que nos puede narrar la historia de La Habana de
principio a fin.
María Fernanda Ramírez Tejada
Agencia Q
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